MATAR PARA TEORIZAR
Gaizka Fernández Soldevilla y Raúl López Romo, Sangre, votos, manifestaciones: ETA y el nacionalismo vasco radical (1958-2011), Madrid, Tecnos, 2012.
“Se necesita sangre y tiempo para hacer un pueblo”. La frase es de un fanático etarra con pretensiones teorizantes, Manuel Pagoaga, y sirve para dar inicio a este libro. Lo cierto es que resume muy bien lo que viene después. Porque una de las grandes virtudes del trabajo de los dos historiadores vascos es ofrecer a los lectores una detallada y fundamentada exposición de lo que podríamos llamar las “verdades del barquero”. Esas cosas que se pueden intuir pero que ellos, se han obstinado en demostrar.
Porque en la historia de ETA ha sido siempre esencial la idea de crear una comunidad de gran fortaleza que fuera capaz no ya de sostener a la organización terrorista, sino de crecer hasta el punto de ser capaz de desplazar a la “otra comunidad”. No hay que gastar mucho tiempo en describir que se trata de los abertzales y que los otros son los españoles.
Sangre han derramado mucha, pero tiempo no les ha hecho falta tanto. En sus cincuenta años de existencia, y basándose en los potentes basamentos que el nacionalismo tradicional, el PNV, les dejó servidos, los etarras han conseguido cimentar un poderoso entramado civil que es la base para emprender el asalto al poder en Euskadi. Algo que no existía, esas comunidades enfrentadas, como sí las había en Irlanda (y eran la envidia de los etarras), se han ido construyendo poco a poco. Al menos, hay ya una: el mundo radical.
Este mundo tiene características muy fuertes: está inventado como abiertamente antiespañol, no desdeña la violencia, que está en su ADN por voluntad de los fundadores, y su carácter presuntamente de izquierda es irrelevante.
ETA, desde su nacimiento, pero sobre todo desde que se rompiera en los últimos años setenta y primeros ochenta, es una organización xenófoba, violenta y también interclasista. Su entorno radical, teorizado antes y creado a tiros, ha sido su apéndice, al menos hasta su derrota policial, y presenta las mismas características.
El libro es enormemente sugerente por la claridad de sus tesis y lo rotundo de su documentación. Está, además, muy bien escrito. Pero, sobre todo, su mérito está en que trae en el momento actual al debate (si es que lo hay) una visión certera para evitar engaños y errores gigantescos. Para combatir al monstruo hay que conocerlo a fondo. Y, hoy por hoy, el entorno de ETA sigue siendo eso.
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